viernes, 22 de julio de 2011

Testimonio; vinculación con un cinefilo

Mantener una relación emocional o de vinculación sentimental con alguna persona nunca es fácil y de eso se trata,  amar y odiar en el mismo grado, y esto independiente de la profesión u oficio.
Pero este es el caso de las personas que relacionan estrechamente su vida al cine, en mi caso particular es bastante satisfactorio, aunque como dije en un principio no es que porque la persona se dedique a la actividad cinematográfica u abogacía o reponedor de supermercado es que escogemos a un compañero o compañera, escogemos a la persona por un punto de conexión o calce con uno mismo, eso que yo tengo y veo de mi mismo en el otro junto con ese espacio faltante. Una proyección mutua de uno en el otro y viceversa. Que se terminan configurando en una simbiosis en donde un condimento más es el hecho que la persona enlazada emocionalmente con uno se ligue al cine. ¿Por que mencionaba con anterioridad que para mi es bastante satisfactorio que mi compañera se vincule al cine?, pues porque soy actor y eso nos interrelaciona de cierta manera en donde los aprendizajes son mutuos, compartidos de una fuente artística a otra y además los lugares de creación son bastante similares, cercanos. Junto con que no solo me digo actor sino más bien creador y el cine y su actividad la siento muy cercana a mi oficio como teatrista pues gran parte de mis referentes no provienen del teatro sino del cine. Por mencionar algunos como Kim Ki Duk, Wong car Wai, Park Chan- wook, Bergman, Haneke. Korine, Werzong, Tarkovski. De los cuales ella también tiene como referentes visuales,  estéticos. No solo desde la vertiente del cine sino de las artes visuales  y fotografía. Por esto mismo que ya he descrito, mi compañera tiene ya como mujer todo lo que yo ahora necesito y deseo junto con esto, le adicionamos el hecho que se sujete al cine. Eso es para mí, de lo más exquisito.

jueves, 21 de julio de 2011

Conversación a un acusado

Rea: Acabo de ser encerrada, acabo de matar y guardo silencio, permanezco en el mismo silencio de hace seis meses. Quizás sea el momento, el momento de hablar.

Abogada: Acabas de ser condenada. Si, condenada por largos cuarenta y ocho años. Los cuales tratare de reducir como sea, pero necesito que hables, de la forma que quieras pero comunícate conmigo que yo te ayudare.

Rea: ¿Por qué?, por qué quiere disminuir mi sentencia, siendo que al fin soy libre y he llegado a la tranquilidad de mi mente perturbada. Al fin escape, me escucha, escape de fingir.

Abogada: Al fin hablaste, ahora necesito que respondas a todas mis preguntas.

Rea: ¿Usted no entiende cierto?

Rea: Quiero tocar piano y darme una ducha, lavar mis manos, sentirme limpia, sepillar mi pelo. Soy la misma, dije que quería darme una ducha?, quizás lavar mis dientes. 

Abogada: ¿Le molesta?, necesito fumar.

Rea: Mate a mi padre, le devolví la mano, pero lo hice de una forma rápida y sincera. Luego mate a mi marido, no iba a permitir de nuevo que se repitiera. Lo escuchaba desde la habitación pedir ayuda y quejarse de dolor,  puse mi canción favorita y me dirigí lentamente al baño a tomar una larga ducha.

Rea: Nadie merece nada, yo no merezco una sentencia menor, porque no me siento sentenciada al contrario aliviada. Todos tenemos una historia y tratamos de sobrevivir en ellas sin importar el estado o las condiciones físicas que se encuentre este cuerpo.

Rea: Creo que es la hora de las duchas. 

sábado, 16 de julio de 2011

Sentada

Pies descalzos queriendo atravesar fronteras en busca de algo, de ese algo que desde hace un tiempo los hace sentir que ya no son de acá. Comienzan los deseos y sueños intranquilos, quizás, quizás algún día. Quizás algún día estén acá, si acá de nuevo, donde mismo, igual de intranquilos. Quizás nunca se hayan ido, quizás por miedo, por amor, quizás por carecer de valentía, quizás por droga o encierro.

lunes, 25 de abril de 2011

Doppelgänger/

Mi nombre es Natalia, si Natalia. Soy la segunda de cinco hermanos, proveniente de una familia que rompe un poco con los parámetros de lo convencional, quizás por circunstancias de la vida esta un poco rota.
Desde que tengo conciencia no me siento perteneciente a ningún lugar, creo que mis raíces están lejos al igual que mis pensamientos, de ahí mis ganas infinitas de correr, quizás nunca sepa a donde pero la sola ilusión nómade de poder mantener mi cuerpo inquietamente volando me hace sonreír.
A esta altura de la vida me encuentro suspendida y agradezco a todo ser que me ha ayudado a crecer, a todo el que me ha hecho retroceder y cuestionar cada acción vana en muchas circunstancias. Escucho una melodía en piano, me hace recordar a mi madre, extrañar a mi padre y reflexionar lo injusta que he sido con mis hermanos.
Camino sobre los fríos pasillos casi por inercia a un cuarto apartado de dudoso domicilio, la melodía continua en mi mente y me encierro, a los minutos algo me habla quizás a eso que le llaman subconsciente, hasta ese entonces para mi no existía.
Sientes rabia por lo poco agradecida que has sido con la vida, por todas las veces que estúpidamente te has sentido sola y vacía, sientes rabia por cada forastero que no lleno ese vacío como tú querías que lo hiciera y te hacen dar vueltas que terminan redundando en ausencias incoherentes. Drásticamente odias a todos los que alguna vez rompieron con tu esquema de fidelidad y lo único que alcanzaste a ver fue su espalda y te odias más a ti por haber abandonado a mucha gente calidamente incondicional sin siquiera haberte despedido, solo desaparecías como ya lo acostumbras. A la vez me odias a mi por ser tu misma y te entristeces por ser la que encara tus pesares.
Aun continúa nuestra lucha apasionada, que esta plasmada en alguna parte de la futura historia en busca del motivo que día a día nos hace soñar y poder llenar lagunas vacías.       

miércoles, 13 de abril de 2011

Cuarta victima

Su madre la noche anterior le había advertido que no podría ir a buscarla como de costumbre al termino de su jornada escolar, ya que había pedido permiso en el trabajo para ir a retirar unos exámenes y no sabia con exactitud a que hora terminaría.
Se apresuro rápidamente a tomar el bus de las cuatro que paraba en la calle principal de castro, eran tres extensas horas de viaje hasta Queilén, su hogar. Ya eran cerca de las siete de la tarde y se preparaba para bajar del bus, recurrió a su impermeable ya que llovía copiosamente y la caminata desde la parada hasta su casa era prolongada, quizás una linterna de emergencia en su mano tampoco estaría demás.
Oscuro, frío y solitario, el cielo estaba precioso y ella podía sentir el olor a tierra húmeda, la lluvia sobre su cuerpo y el interesante vapor que salía de su boca. Estaba completamente silencioso a excepción del pequeño ruido del rose de su impermeable, sonreía al acordarse de las gracias de sus amigas al contarles sus experiencias sexuales con sus novios, en fin, ella reía.
Alfin podía visualizar el humo que salía de la chimenea y la luz acogedora de su hogar, apresuro el paso, estaba cerca. En un segundo pestaño y luego sintió un duro golpe en la cabeza que hizo que escupiera sangre de su boca y saliera un líquido blanco proveniente de sus fosas nasales, cayó al piso y quedo inconciente.
Al despertar sentía su cuerpo débil y un fuerte dolor de cabeza, tenia frío y no veía casi nada, el olor que había en la atmosfera era asfixiante y comenzaba a desesperarse por no recordar casi nada, por mucho que se esforzara, quien sabe cual era su paradero.
Entre la oscuridad se veía una silueta que se acercaba hacia ella con lentitud y suspenso, la agarro firmemente como a un perro, comenzó a desnudarla a golpes, luego cubrió su rostro y ella dejo de visualizar lo poco que captaban sus pupilas. A los minutos sus piernas se abrieron con crudeza, comenzó a llorar. Sentía como se introducía algo que desgarraba sus interiores e iba mas haya de los muros de lo posible, luego algo era extraído del interior de su cuerpo, no aguanto el dolor y comenzó a gritar, error. El asesino saca la capucha de su rostro y arranca su lengua sin perdón. Que podía ser peor, que vendría ahora después de tanta tortura, todo se puede esperar de una mente enferma y retorcida. Venia el fin, arranca su piel lentamente para observar como se despega de su cuerpo, desde ahí ella para de sentir.                 

martes, 12 de abril de 2011

Bartelby

Cansada diariamente de vestir como si la luz se hubiese apagado, hoy decidí cambiar ese luto permanente y comencé a indagar en una gama de colores perturbantes. Experimente desde la sutileza hasta lo grosero, me arrepentía a ratos de haber decidido quizás desperdiciar tiempo de mi acelerado día en esa superficialidad con propósitos casi banales y sin sentido. Al quedar casi conforme pare y me dije que esto era inútil, recurrí a lo mismo de siempre y salí.

domingo, 27 de marzo de 2011

Suspenso y sorpresa

Al llegar ella ve a su abuela encerrada en el closet, se notaba que ya hace varios días estaba ahí. Vestía un camisón negro y andaba descalza, su rostro era llanto, sus ojos agua, su larga cabellera blanca descendía sutilmente por su cuerpo retorcido, ella la toca y estaba fría. Su abuela le dice que ya no quería saber más de la vida, que su alma divagaba por los cielos ajenos de esos que se hacen llamar reinos. Sentir miedo seria poco, mil incógnitas que pronto se resolverían en esa casa donde antes se pudo respirar calidez. Ella va por agua, su accionar era justificado por la inercia, pero que importaba en esos momentos, era todo tan vano como el ladrido incesante de los perros. Se acerca a una de las ventanas, de ahí se podía observar ese hermoso árbol donde tenían esas largas tarde familiares, llenas de risas, de abrazos, de esos recuerdos que luego te llamaban a volver al mismo lugar en busca de esas mismas personas, de esos abrazos y de esas risas. Con la diferencia de que estaba vez la imagen de ese árbol cálido se desfiguraría por completo, ya que esa gran mesa  bajo la sombra llena de colores, olores y sabores se simplificaría a unas débiles y delgadas piernas, unos grandes zapatos gastados y sin cordones. Ella vio todo con más claridad, sus manos se apuñaron y su pecho se contrajo, su rostro se azotó contra la adversidad de la pena, pero no hubo tiempo de llorar y lamentarse. Corrió hasta la habitación donde se encontraba su abuela aun con un rostro desorbitado y destruido, la saca de ese encierro asfixiante para asearla, vestirla y luego maquillarla. La abuela ya lista, teñida de negro respira profundamente, toma el brazo de su nieta y se dirigen lentamente al árbol caído en busca del cuerpo de su marido.